Partida de la Caravana de la Paz. Detrás de la valla, Tijuana. Del lado de acá, San Diego. Los mexicanos se despiden. |
Cualquier
persona deseosa de abrazar una causa humanitaria express decide fácilmente
dejar de usar zapatos Nike en protesta por el trabajo esclavo en Asia. O bien
puede abstenerse de comer animales que son tratados con crueldad. Pero estos
activistas del foie gras no son tan rápidos a la hora de dejar de fumar
marihuana u oler coca porque detrás de su diversión haya más de 50.000 muertos
en México. ¿Por qué? ¿No leen las noticias? ¿Nada les hace clic?
Quienes nunca han probado drogas, tal vez no entiendan la diferencia entre
un consumidor recreativo y un drogadicto. Bien, es la misma entre quien toma
una copa de vino en una cena y un alcohólico. Nunca me opuse al consumo
recreativo, como concepto, de drogas blandas. Mi rechazo vino luego. Llegó un
momento, durante el manejo cotidiano de la noticia como editora de una agencia
de prensa, en que validar un despacho cada día sobre los muertos en México
comenzó a convertir las drogas en un producto demasiado macabro para invitarlo
a una fiesta. A menos que sean de cosecha propia o el consumidor conozca su origen.